miércoles, 19 de febrero de 2014

ESPEJITO ESPEJITO.

Me miro por enésima vez en el espejo, tengo un pequeño grano en la frente y la piel no se ve nada tersa, es más bien, gruesa, sin brillo y con líneas de expresión. Reviso cada parte como si planeara encontrar de golpe algo nuevo que me asustara aun mas, cuento las estrías de mis pechos y verifico que en efecto aunque yo no lo sienta así, estoy mucho más gorda, temo darme la espalda para evitar tropezarme con esa espantosa piel de naranja que amenaza con asesinar la poca confianza que aun me tengo.
Nunca he sido una mujer de medidas perfectas, mi aspecto siempre ha sido bastante normal, de esos que se notan bien dentro de un buen atuendo escogido con mucho cuidado, el ejercicio y yo hemos llevado una relación de amor-odio que nos aleja y nos acerca en diferentes etapas, sin embargo, tiendo a verme con ojos amigables, cuando estoy frente al espejo, me ha parecido siempre que en general soy guapa, muy a pesar de que mis fotografías en traje de baño siempre me abofeteen.
Usualmente, Mido 1.67 (dice la cedula), soy de tez blanca, que tiende más a un color amarillo que no se define, mis medidas en general siempre las desconozco pero en palabras frecuentemente repetidas se me ha informado que me vería mucho mejor si tuviese mas cintura, mis nalgas tienen estrías  y empiezo a padecer de una acumulación de grasa en las caderas que  resulta hacerme ver más baja y gorda.
El frenesí incontrolable por escrutarme más de la cuenta se desato unas semanas atrás, cuando como un ataque a traición por la espalda, dos líneas purpura me anunciaban que pronto, mi vida dejaría de ser como yo la conocía. Toda madre primeriza o futura madre primeriza recuerda ese momento y seguro varía según la persona, así que es posible que existan tantas experiencias de ese día como madres en el mundo, aun así, es sencillo encontrar que experimentamos los mismos sentimientos, de la alegría pasamos rápidamente a las preguntas, o al contrario, en este caso el orden no afecta el estado (de embarazo).
¿Realmente estaré lista para ser madre? ¿Lo hare bien?¿Cómo será el bebe?¿me alcanzara el dinero?¿estará bien (el bebe)?,¿Qué síntomas tendré? ¿Engordare mucho?, y es esta ultima la pregunta clave, no importa el grado de vanidad que nos haya acompañado en nuestra vida, buscaremos la respuesta incasablemente tras de cada nuevo signo de cambio, cada libra que marque la bascula y cada botón que haya que desabrochar por que se sienta muy “apretado”.

Las mas feministas encontraran fascinante cada nuevo kilo y estria las marcas indelebles del milagro único que es poder dar vida a otro ser humano, aplicaran cremas y cuidaran su alimentación con el motivo de mantenerse sanas y la esperanza secreta de que las marcas de la maternidad no sean tan devastadoras, de las mas vanidosas, ni hablar, ahondaran mas sus rituales de bella ya exhaustivos y sentirán morir si alguna línea purpura osa invadir su tersa piel y como yo, se enfrentaran con valentía al espejo cada día, sin saber que esa es solo una pequeñísima batalla de las miles que se avecinan en el camino de darle vida al motivo por el cual mirarte al espejo ya no será tu prioridad cada mañana.