Me miro por enésima vez en el espejo,
tengo un pequeño grano en la frente y la piel no se ve nada tersa, es más bien,
gruesa, sin brillo y con líneas de expresión. Reviso cada parte como si
planeara encontrar de golpe algo nuevo que me asustara aun mas, cuento las estrías
de mis pechos y verifico que en efecto aunque yo no lo sienta así, estoy mucho más
gorda, temo darme la espalda para evitar tropezarme con esa espantosa piel de
naranja que amenaza con asesinar la poca confianza que aun me tengo.
Nunca he sido una mujer de
medidas perfectas, mi aspecto siempre ha sido bastante normal, de esos que se
notan bien dentro de un buen atuendo escogido con mucho cuidado, el ejercicio y
yo hemos llevado una relación de amor-odio que nos aleja y nos acerca en
diferentes etapas, sin embargo, tiendo a verme con ojos amigables, cuando estoy
frente al espejo, me ha parecido siempre que en general soy guapa, muy a pesar
de que mis fotografías en traje de baño siempre me abofeteen.
Usualmente, Mido 1.67 (dice la
cedula), soy de tez blanca, que tiende más a un color amarillo que no se
define, mis medidas en general siempre las desconozco pero en palabras
frecuentemente repetidas se me ha informado que me vería mucho mejor si tuviese
mas cintura, mis nalgas tienen estrías y
empiezo a padecer de una acumulación de grasa en las caderas que resulta hacerme ver más baja y gorda.
El frenesí incontrolable por
escrutarme más de la cuenta se desato unas semanas atrás, cuando como un ataque
a traición por la espalda, dos líneas purpura me anunciaban que pronto, mi vida
dejaría de ser como yo la conocía. Toda madre primeriza o futura madre
primeriza recuerda ese momento y seguro varía según la persona, así que es
posible que existan tantas experiencias de ese día como madres en el mundo, aun
así, es sencillo encontrar que experimentamos los mismos sentimientos, de la alegría
pasamos rápidamente a las preguntas, o al contrario, en este caso el orden no
afecta el estado (de embarazo).
¿Realmente estaré lista para ser madre?
¿Lo hare bien?¿Cómo será el bebe?¿me alcanzara el dinero?¿estará bien (el
bebe)?,¿Qué síntomas tendré? ¿Engordare mucho?, y es esta ultima la pregunta
clave, no importa el grado de vanidad que nos haya acompañado en nuestra vida,
buscaremos la respuesta incasablemente tras de cada nuevo signo de cambio, cada
libra que marque la bascula y cada botón que haya que desabrochar por que se
sienta muy “apretado”.
Las mas feministas encontraran
fascinante cada nuevo kilo y estria las marcas indelebles del milagro único que
es poder dar vida a otro ser humano, aplicaran cremas y cuidaran su alimentación
con el motivo de mantenerse sanas y la esperanza secreta de que las marcas de
la maternidad no sean tan devastadoras, de las mas vanidosas, ni hablar,
ahondaran mas sus rituales de bella ya exhaustivos y sentirán morir si alguna línea
purpura osa invadir su tersa piel y como yo, se enfrentaran con valentía al
espejo cada día, sin saber que esa es solo una pequeñísima batalla de las miles
que se avecinan en el camino de darle vida al motivo por el cual mirarte al
espejo ya no será tu prioridad cada mañana.